Hedy Lamarr 1/2: La promesa de la belleza
Algunas personas conocen a HL por la película Extasis (1933) donde aparece desnuda y simulando un orgasmo, otras por el invento (1941) que hace posible hoy tengamos wifi, GPS o bluetooth, y algunas más por Sansón y Dalila (1952). En esta serie de artículos descubriremos otros aspectos interesantes de su biografía y su relación con la emprendimiento y la empresa.
La genialidad a veces resulta intimidatoria. Envidiosa incluso, sobre todo cuando parece natural. Es como algo no creíble, ficticio, y por ende irreconocible. A quien encuentra soluciones como por arte del demonio hay que apartarle y ponerle en cuarentena; otros se ríen sin más o le vilipendian. Cuando Hedy Lamarr y George Anthiel llevan su invento, el del espectro ensanchado, a la Marina, esta les toma en broma. Para poner en situación los personajes (o sea la etiqueta) Hedy es una actriz, la mujer más bella del mundo, y George un compositor y pianista, pionero en la música mecanizada y la sincronización automática de instrumentos. ¿En serio van estos dos a idear un sistema de detección de los torpedos teledirigidos utilizados en la segunda contienda mundial? Inspirado en un principio musical, el invento funcionaba con 88 frecuencias, equivalentes a las teclas del piano, y era capaz de hacer saltar señales de transmisión entre las frecuencias del espectro magnético. O sea, una actriz y un pianista, ¿tú te lo crees?, ¿merece la pena perder el tiempo?
Algunos inventos parece nazcan a destiempo, o mentes poco clarividentes o “prejuiciadas” los descartan para que otras más adelante los acojan con vehemencia, en el mejor de los casos; y en el rechazo influye la imagen que tenemos de quien nos lo presenta. No es necesario ser ingeniero para inventar algo, ni Edison lo era ni muchos otros. A George el ejército le contesta: “¿qué piensas poner una pianola en un torpedo?, anda vete de aquí”, y a ella la recomiendan que si de verdad quiere ayudar al país se dedique a la venta de bonos de guerra dando besos, como harían unas cuantas actrices de la época. Y así lo hizo, y mientras se dedicaba a dar besos (muchos besos) y recaudar unos 25 millones de dólares, en 1942 la patente se la apropia el Gobierno arguyendo que Hedwig Eva Maria Kiesler no tenía nacionalidad estadounidense (era austrohúngara, y judía por cierto, y también se cambió el nombre); y los creadores ni se enteraron. Así funciona muchas veces el mundo.
A Hedy esto de inventar le salía natural, denominador común a inventores, artistas y genios. Hay gente que se secretea con los dioses. Pocas son las personas elegidas, como Srinivasa Aiyangar Ramanujan, a quien parece le dictaran los ángeles las fórmulas matemáticas. A menudo decía que «una ecuación para mí no tiene sentido, a menos que represente un pensamiento de Dios». Todo simple y sencillo, sin demostración empírica, una entrega a domicilio dada por una fuerza extraña y ajena. Pero esa intuición o magia hay que favorecerla y cuidarla, no vale solo con el talento. Richard Rhodes, un biógrafo de Hedy Lamarr, aseguraba que odiaba las fiestas y nunca bebía: “Su principal hobby era inventar». O sea que después de su larga jornada como actriz se iba a casa, a su refugio, y se encerraba en soledad a pensar. El inventor precisa de la soledad, de un espacio aislado para poder concentrarse, para que la intuición y la meditación fluyan de forma correcta. Sin ese punto no hay creación ni ideas ni nada. ¿Cuántas organizaciones cuentan con espacios para la “soledad”?, y ¿cuantos directivos se dedican a pensar, en lugar de a la acción, que siempre es más cómodo? Ese “perder el tiempo” meditando en soledad es esencial. Hoy hay quien dice aislarse con unos auriculares, lo sé.
El proceso inventivo se repite a lo largo de los tiempos. Las ideas nacen de una sola persona, y luego si es preciso intervienen más. Es necesaria la tranquilidad y estar apartado; buscar la lucidez sin saber cómo resolver una pregunta y acertar sin saber cómo. Si Hedy piensa la idea, la materialización corre a cargo de George. En 1941 presentan su trabajo al Consejo de Inventores de EEUU (recién creado) y Charles Kettering les pone en contacto con San S. Mackeown para que les ayude. El resultado es un trabajo de composición coral. En abril de ese año patentan su invento y lo ofrecen a la Marina. Parece ser que su ideadora se inspiró en un mando a distancia que saca Fhifco en 1939 para cambiar de frecuencia una emisora de radio sin cable (Fhilco magic Box), y de ahí a la idea de saltos de frecuencia, dirigiendo los torpedos sin ser interceptados. Un ejemplo magnifico de derivación en la creatividad, el inspirarse sobre otras ideas o descontextualizarlas, o el repensar y cuestionar, o el interrelacionar productos existentes como vimos en Gutenberg. “Lo desconocido siempre fue tan atractivo para mí… y todavía lo es”, decía en al año 1990 a un periodista, con 75 años, y es que la curiosidad es otra característica del inventor, casi una obsesión. La curiosidad lo aplica a casi cualquier cosa, hecho o actividad. Existe en estas personas una actitud innata de seguir explorando, así como cuentan con una personalidad independiente, libre de prejuicios, precisando espacio y libertad. Los inventores no son vulgares, a veces de trato difícil, muestran una fuerte tenacidad, entusiasmo e inconformismo. Aprender a distinguirlos en las empresas es una tarea que cuenta con recompensa.
¿Por qué el inventor hace cosas, aunque no le premien por ello, e incluso no se lo haya pedido nadie? ¿Nikola Tesla por qué lo hacía? Algunos mejoran el mundo y además su bolsillo, cierto, pero mejoran el mundo, y ya es en sí un acto de generosidad tremendo, como si amando nos transformáramos y transformásemos a los demás. Y si a unos les viene de serie, los mortales nos conformamos con aplicar métodos como el Pensamiento de Diseño u otros, que igualmente centra la innovación en dar soluciones a necesidades y deseos de los usuarios; si bien lo verdaderamente disruptivo se reserva a los genios que no sólo satisfacen sino que sorprenden, añaden algo nuevo que nadie ha pensado y cambian las reglas. ¿Acaso a Miguel Ángel le pidieron esculpiera El David?, ¿precisó él de ponerse en la piel de los que les gusta el arte, ideó y prototipó, hizo un estudio de mercado, testeó, y etc., antes de crear lo que sería esa Belleza? Este tipo de personas no suelen pedir permiso. Mira a Picasso, a Jobs, a…
Si decíamos que la genialidad a veces resulta intimidatoria, une a eso una belleza desbordante, como era el caso de Hedy. Mujer de demasiadas aristas, afirmó “el cerebro es más importante que la apariencia, creo”, y eso creo acabó en una obcecación enfermiza por la cirugía plástica y mantener su belleza a toda costa. ¿Contrasentido?, la coherencia sirve y se mantiene hasta un punto, y queda en suspenso cuando circunstancias más poderosas la rompen. Como desafiando a Sócrates, “la hermosura es una tiranía de corta duración”, así ella quiso prolongarla en ese mito de la eterna juventud, mediante el bisturí, como muchos ahora, o como los nuevos mitos que se incorporan y se hibridan: “lo bello (la belleza) es una promesa de felicidad” (de Nietzche o de Stendhal?), y así surge el grandioso tri-mito de la eterna juventud, la eterna belleza y la eterna felicidad, que ya veremos cómo evoluciona. Su afición a la cirugía comienza a sus 40 años, siendo pionera e innovadora también en eso. Empezó y ya no tendría forma de parar. Solía decir “era tan bella, .. qué mezquindad!”. Los cirujanos de la época comentaban que aprendían mucho de ella, e innovaron prácticas e incluyeron algunas que no las habían hecho antes. Y es que un inventor de raza lo demuestra en muchos escenarios. Ella les indicaba, quiero esto y hazlo de esta forma; corta aquí; ves, si hacemos esto en la rodilla o en la oreja .., pues deja la cicatriz acá,.. Las demás actrices la copiaban, “hazme como a Hedy”. Este es el mundo de los adelantados innovadores a su tiempo, y al que imita el resto. Pero ella siguió hasta el final de sus días tapando las imperfecciones que observaba hasta que dejó de aparecer en público. Recluida voluntariamente en el salón del desamparo de su casa en Miami, se vuelve huraña. Supongo una persona creativa necesite siempre tener algo que hacer, y me pregunto qué hacía en su casa durante tantos años, a penas sin contacto con el exterior, qué pensamientos inundarían su cabeza cuando la melancolía te coge y no tienes forma de quitártela.
Según Oscar Wilde “es terriblemente triste eso de que el talento dure más que la belleza” ¿Dónde aplicar esto, si es que hay que tomarlo en consideración? A tu pareja a lo mejor ni le importa lo feo y viejo que llegues a ser, y a la empresa seguro que menos… aunque pensándolo mejor, ¿qué peso le damos a la imagen al contratar a alguien?… En la dicotomía muchas empresas y personas se decantan por los besos antes que por la patente; aunque La Marina se quedó con todo, lo que es muy inusual.
Roberto García Casado (©) 2019
Director de Casado & López Consulting
rgcasado@cilconsulting.com
Publicado en El Indicador de Economía _ abril 2019