Memoria y cambio en tiempos de coronavirus
De lo político a lo mundano
Cualquier singladura a lo desconocido deja del mismo modo cicatrices como barcos varados, al tiempo que hace entrar bocanadas de aire fresco. En parte es un tiempo de valentía y oportunidad. Quizás el precio que pagamos ahora es el del exceso. Exceso en la confianza de la tecnología y la ciencia, la arrogancia en la falsa creencia de los superhéroes, la indecencia de haber apartado la vejez y la muerte de nuestro roce (al menos hasta lo inevitable), el menosprecio hacia la naturaleza, los creadores del transhumanismo y la inmortalidad como conquista, el salvajismo devastador capitalista de la globalización, … Encima, este huracán nos ha pillado conducido por enanos. Dirigentes que no quieren afrontar conjuntamente las situaciones. Nadie de los presentes levanta la mano para liderar con la autoridad requerida. EEUU abdica de su responsabilidad, Europa sumida en un gallinero, China esperando con su caja llena para comprar empresas, voluntades y aliados, de paso lavar su conciencia de una verdad que jamás sabremos sobre el origen
y expansión del coronavirus. Y las empresas, como advertimos por experiencia, la que no cuente con tesorería (diferente de inteligencia, ideas) morirá o se venderá, yendo la concentración en aumento, quedando otras cuantas en el negocio de las migajas, y apareciendo algunas como prometedoras. La película la conocemos, no por ello es indecoroso repetirlo.
Cuestión de cambio
En general las teorías del cambio, como la de J. Kotter y otros, establecen como inicio crear el sentido de urgencia (covid-19), y en segundo lugar su traslado en busca de alianzas. Ahí empieza lo complicado: coalición para liderar el cambio y desarrollar una visión. Entendemos que, para empezar a esculpir nuevas rayas en el cerebro memorial, las potencias, como vemos, ni están ni se las espera. A nivel internacional, la guerra y preeminencia comercial y económica se sirve en mesa distinta y se prioriza, y la de la pandemia ocupa otras motivaciones y causas. Lo casi seguro, la vigilancia y control financiero sí que presente visos de acuerdos supranacionales, así como se modificarán normas de comercio internacional, con barniz sanitario, y a nivel nacional se aceleren procesos de reindustrialización estratégica más allá de la energía o comunicación, lo que equivale a tiempos más autárquicos, que tendrán consecuencias en la creación de empresas y de empleos nuevos, que no cubrirán los destruidos ahora y los que vendrán. Por sectores no hace falta hacer una lista de los peor parados. En cuanto al mercado laboral, aumentando el desempleo seguiremos careciendo de los mismos perfiles que hasta la fecha; y el talento internacional, seguirá apátrida.
Como sociedad y sistema económico capitalista actual, estamos en un laberinto clausurado al cambio brusco. Esto ha sucedido muy pocas veces, habitualmente por sucesos drásticos del todo como por ejemplo el fin de la civilización cretense por una explosión volcánica y tsunami posterior. No está en cuestión tanto el sistema como algunas reformulaciones, que ante este hecho sobrevenido puede hacer que viremos o aceleremos. Acelerar es más de lo mismo y más aprisa, caso del mundo digital o automatización. Virar son pequeños movimientos en distintas direcciones, como sucedió con la conquista de las vacaciones o de la jornada laboral de ocho horas. Esos fueron movimientos de pelea, a los que el capitalismo acabó viendo sus ventajas. Algunas de las debilidades actuales, al margen del tema de las potencias señalado, pueden ser un posible repunte nacionalista populista en algunos países, la mayor descomposición de clases, el número enorme de subgrupos, muchos enfrentados entre sí, la falta de poder real de los organismos internacionales, los poderes fácticos, además del feroz individualismo e indiferencia en la población en general. Ojalá mi intuición se equivoque, pero creo, en el momento de salir a la luz del túnel, la solidaridad dará paso al salvase quien pueda, aunque ¿manteniendo ciertas tonalidades empáticas?
Para que los cambios deseados (fraternidad, sociedad menos desequilibrada, mejor educación o sanidad, reparto del trabajo, y los que hemos leído estos días) o emprendidos (¿) tengan cierta consistencia, a más de esa suerte de visión compartida, se ha de dar cabida a la memoria, al conocimiento y a la creatividad, y estar sujetos, en parte, en el mito. Crear relatos, rituales, festividades, hace de siempre que las cosas sigan vivas en el conjunto de la ciudadanía. Ambos conceptos, el del cambio y el de la memoria, se nutren recíprocamente. La evocación del recuerdo del miedo, de la ansiedad, de la ilusión, provoca y proyecta hacia el futuro inseguridades e inacción, o locuras y genialidades. Bien canalizados vienen a formarse, según del lado se evoque, como una reminiscencia purificadora o como un olvido salvador. En todo caso, la memoria guarda el encanto de los sótanos, y el olvido la incontinencia de mucho irresponsable, que esconde tras ello culpabilidades, remordimientos e incompetencias. En ambos casos la promesa de cambio brinda más esperanza que desasosiego, de ahí que las personas lo buscan y lo sueñan en momentos como este. Según lo que revivamos de la pandemia actual, después de haberlo olvidado todo, será lo que nos marque como civilización, o al menos como comunidad menor.
A nivel particular, como los secuestros de la memoria, uno se acuerda de lo que buenamente puede, de lo que le interesa y de lo que le es útil y grato, y casi siempre pasa como con Santa Bárbara, que te acuerdas cuando truena. El resto se camufla, interfiere, confunde o se olvida por desuso, además de otras motivaciones emocionales para poder seguir viviendo dignamente. Se trata del olvido higiénico. Un poco de todo esto sucederá en las personas que vivimos esta situación. Cada uno elegiremos nuestro cuento, si bien lo interesante es el constructo de uno colectivo como humanidad. Si lográramos eso estaríamos más cerca de reconciliaciones y de colaboraciones futuras. Aunque me temo habrá más de uno, dos y tres relatos diferentes, lo que hace una menor aproximación a una entente mundial y una más próxima beligerancia entre bloques y entre corpúsculos.
El contexto
Al igual que otras crisis, acabará distinguiendo entre clases sociales, políticas y países. De momento, une más un bicho que los campos de refugiados, las matanzas triviales o la escabechina de los que no cuentan con recursos. La esencia humana, con todo su humanismo charlatán, respira entrecortada por un virus. A pocas vueltas, ya vemos el incremento del desempleo, y veremos de nuevo el no poder pagar hipotecas o alquileres, y contemplaremos otro tipo de respiración asistida para poder sobrevivir. Y en el medio, los que siempre afloran, los oportunistas, que hacen buenos negocios con el mal ajeno. Da igual se trate de vender armas que de comercializar material sanitario defectuoso, de incrementar precios de manera escandalosa que de hackear webs médicas, o las malas praxis (al menos iniciales) de la banca queriendo venderte sus productos. Siempre hay quien saca beneficio en la tragedia. Hasta piratas hubo que se convirtieron en príncipes. También afloran compañías que se alían a sus clientes rebajando cuotas, donando dinero, aplazando recibos, …., y estas parecen mayoría, pero es que la suerte de sus clientes es su suerte. E igualmente se suavizan algunas prácticas de management, valorando más las relaciones, mostrándose más receptivo en las negaciones, en las reuniones y hasta en una toma de decisiones más participativa.
Observar y analizar sobre lo concreto no siempre es lo acertado, ni hace que entendamos la complejidad ni la interacción de las cosas. Llevar a lo simple y ágil un concepto como esto que está sucediendo, deviene en que perdemos de vista el conjunto. Ni siquiera sirve segmentar para hacerlo más digerible y atacable globalmente. Y según el trozo que cojamos la ineficiencia es aún más inaceptable, así como las repercusiones, desconocidas. Recordemos por un momento la famosa paradoja de Russell, según la cual el conjunto de todos los conjuntos no podría ser un conjunto porque entonces estaría incluido en sí mismo. Hemos de convencernos que nadie puede ver el todo. Ver la realidad completa, el todo en/por el todo, es como asegurar que estás fuera del conjunto. Mejor colaborar y contrastar.
En cualquier caso, ¿cuánto tardará el óxido en adueñarse de estos hechos, y más si se encuentra algún remedio en breve? La memoria tiene las patas muy cortas, y si hacemos caso a la curva del olvido de Ebbinghaus, cuando todo pase, en menos de una semana solo recordaremos un 3%, aunque con suerte, si lo tenemos bien grabado, lo rememoremos con poco esfuerzo. Los jueces auténticos de lo que hagamos ahora es la generación entrante para unos, y los fantasmas para otros. Las muertes han adoquinado muchas sendas de futuro y, en este supuesto, así volverá a ser. Como si no hubiera regalos sin peaje, oficializar el cambio tiene estas servidumbres, intentar llevarlo a cabo cuenta con otras. Por eso, decíamos, este es un tiempo de oportunidad y de valientes. Veremos en qué acaba.
Roberto García Casado (©) 2020 _ Dentro de Ensayo del Olvido (2/..)
Director de Casado & López Consulting. Conferenciante.
_Vila-seca, 12.04.2020_
Publicado en Diari de Tarragona_05/mayo/20020 (reducido)
rgcasado@cilconsulting.com